El impacto de las nuevas tecnologías alcanza también a la educación, y es especialmente en este terreno donde más deben emplearse los medios técnicos actualizados y capaces de mejorar la calidad de la enseñanza.
En un nivel básico se trata de promover una reducción radical del llamado analfabetismo informático, para lo cual debe promoverse el acceso a las tecnologías informáticas de los chicos provenientes de hogares empobrecidos.
También debe tenerse en cuenta que enseñar el empleo adecuado de las computadoras e Internet puede sentar una base más sólida para que nuestros jóvenes puedan acceder al saber más actualizado y también para después participar en mejores condiciones en el proceso de producción de innovaciones.
Además de brindar de un modo generalizado computadoras a las escuelas y alumnos, deberá reforzarse la capacitación de los docentes, ya que todavía hay resistencias a la innovación tecnológica y desconocimiento sobre cómo se pueden usar estos instrumentos en las clases.
Se debe tratar de ir perfilando el modelo de aula que se requiere en nuestra época y para que la educación pueda ayudar a que también los jóvenes socialmente relegados puedan entrar al mundo de las nuevas tecnologías.
miércoles, 9 de julio de 2008
Educación en Chile el Propósito de la LGE
Las pruebas internacionales y las pruebas nacionales dan cuenta, además, de un grave retraso comparativo de nuestra educación respecto de países símiles en lo económico, y de un estancamiento severo en cuanto a sus deficientes resultados. Además, la educación pública o municipalizada observa resultados muy por debajo, en el agregado, respecto de su contraparte privada, incluso de aquella que financia el propio Estado. Debilidad de las políticas financieras, inadecuadas estrategias de formación docente, inapropiados marcos curriculares y reglas de gestión atrasadas e inhabilitantes causan esta verdadera tragedia nacional que condena a Chile a seguir siendo tercermundista, exportador de recursos naturales y marcado por una ignominiosa inequidad social.
Las protestas estudiantiles de los últimos días, con todo su desorden y ausencia de agenda concreta, son manifestación del sentimiento de frustración que se anida en la sociedad chilena por esta situación. Los gobiernos democráticos no han enfrentado el problema en la medida en que ello era y es necesario: un serio dilema que afecta a la gobernabilidad democrática chilena, su efectivo proyecto de desarrollo y la propia seguridad nacional.
El proyecto de Ley General de Educación (LGE) no es la panacea para resolver todos estos problemas. Se trata de una ley marco para una acción continua sobre un problema multidimensional y dinámico como es la educación. En tal sentido, la LGE debe constituir una puerta de acceso a caminos de solución en áreas cruciales, particularmente en lo que dice relación con calidad de la enseñanza y con el papel de la educación pública en el sistema.
Por esa razón, la LGE hay que entenderla como un paso adelante que necesita al menos de otros dos proyectos imprescindibles que deben comprometer seriamente a los actores políticos: una ley sobre la Superintendencia de Educación y los mecanismos de aseguramiento de calidad de las enseñanzas básica y media, y una ley que establezca las normas, criterios de financiamiento y de organización y gestión de la educación pública. La LGE debe ser un acuerdo nacional en la intención de recuperar terreno perdido y contar con políticas más proactivas en el campo de la educación. Por ello debe concebirse como un marco legal y político que propicie una mejor y más equitativa educación por medio de un sistema de aseguramiento de calidad y a través de políticas que efectivamente potencien a la educación pública y la transformen en un referente para el crecimiento y expansión del sistema educacional chileno.
Por eso, la redacción que se otorgue en la LGE en relación con la educación pública debe satisfacer el compromiso de posibilitar una legislación que atienda los temas de fondo: la calidad del sistema y el adecuado desenvolvimiento de la educación estatal, terminando así con un peligroso "más de lo mismo" que amenaza el desarrollo necesario del país y de su educación.
Quienes defendemos la educación pública en el campo ético, político y educativo buscamos un compromiso legislativo que, a partir de la LGE, la modernice y adecue su financiamiento y gestión al propósito de transformarla en un referente de calidad para la educación chilena. Ese compromiso precisará de nuevas políticas en materia de formación docente, medidas en cuanto a los currículos de estudio y modelos alternativos a la municipalización vigente y esquemas de financiamiento. Es vital que la LGE siga constituyendo un acuerdo nacional, pero no para quedar satisfechos e inmóviles, sino para seguir avanzando en un terreno en que Chile está aflictivamente retrasado. La actual protesta hace aconsejable construir un compromiso: la ley debe aprobarse en el entendido de que ella es el necesario preámbulo para atacar dos problemas vitales: calidad de la educación y papel de la educación pública en el Chile más moderno y justo que todos anhelamos.
Las protestas estudiantiles de los últimos días, con todo su desorden y ausencia de agenda concreta, son manifestación del sentimiento de frustración que se anida en la sociedad chilena por esta situación. Los gobiernos democráticos no han enfrentado el problema en la medida en que ello era y es necesario: un serio dilema que afecta a la gobernabilidad democrática chilena, su efectivo proyecto de desarrollo y la propia seguridad nacional.
El proyecto de Ley General de Educación (LGE) no es la panacea para resolver todos estos problemas. Se trata de una ley marco para una acción continua sobre un problema multidimensional y dinámico como es la educación. En tal sentido, la LGE debe constituir una puerta de acceso a caminos de solución en áreas cruciales, particularmente en lo que dice relación con calidad de la enseñanza y con el papel de la educación pública en el sistema.
Por esa razón, la LGE hay que entenderla como un paso adelante que necesita al menos de otros dos proyectos imprescindibles que deben comprometer seriamente a los actores políticos: una ley sobre la Superintendencia de Educación y los mecanismos de aseguramiento de calidad de las enseñanzas básica y media, y una ley que establezca las normas, criterios de financiamiento y de organización y gestión de la educación pública. La LGE debe ser un acuerdo nacional en la intención de recuperar terreno perdido y contar con políticas más proactivas en el campo de la educación. Por ello debe concebirse como un marco legal y político que propicie una mejor y más equitativa educación por medio de un sistema de aseguramiento de calidad y a través de políticas que efectivamente potencien a la educación pública y la transformen en un referente para el crecimiento y expansión del sistema educacional chileno.
Por eso, la redacción que se otorgue en la LGE en relación con la educación pública debe satisfacer el compromiso de posibilitar una legislación que atienda los temas de fondo: la calidad del sistema y el adecuado desenvolvimiento de la educación estatal, terminando así con un peligroso "más de lo mismo" que amenaza el desarrollo necesario del país y de su educación.
Quienes defendemos la educación pública en el campo ético, político y educativo buscamos un compromiso legislativo que, a partir de la LGE, la modernice y adecue su financiamiento y gestión al propósito de transformarla en un referente de calidad para la educación chilena. Ese compromiso precisará de nuevas políticas en materia de formación docente, medidas en cuanto a los currículos de estudio y modelos alternativos a la municipalización vigente y esquemas de financiamiento. Es vital que la LGE siga constituyendo un acuerdo nacional, pero no para quedar satisfechos e inmóviles, sino para seguir avanzando en un terreno en que Chile está aflictivamente retrasado. La actual protesta hace aconsejable construir un compromiso: la ley debe aprobarse en el entendido de que ella es el necesario preámbulo para atacar dos problemas vitales: calidad de la educación y papel de la educación pública en el Chile más moderno y justo que todos anhelamos.
Educación por Competencias
Es claro que el aprendizaje tanto en el mundo universitario como en la empresa, tiene que darse gradual, de lo simple a lo complejo.
En los foros educativos del "foxato", con más frecuencia se utiliza el concepto "educación por competencias" ¿qué se quiere decir? Conste, el tema de la administración de tecnología está muy ligado a los procesos de aprendizaje. La lucha tecnológica consiste en aprender a hacer algo superior a lo que hace el competidor. "Aprender a hacer algo superior a tu competidor" es algo diferente a aprender a ser un simple ingeniero o a hacer un trabajo.
Dentro de las empresas, el aprendizaje por competencias se da en forma más natural que dentro de las universidades, porque dentro de las empresas el aprendizaje se tiene que demostrar con hechos concretos y ostensibles. En las universidades se juzgan más los conocimientos y menos las capacidades.
Sin embargo, no en todas las empresas el aprendizaje se cultiva como elemento clave. El esfuerzo del "knowledge managment" es un reconocimiento de que falta mucho por hacer en cuanto a aprendizaje dentro de las empresas. Hay muchos vendedores, por ejemplo, que venden de una manera espectacular y de una forma superior a sus competidores, pero no dominan su propia tecnología de vender. Esos valiosos elementos no saben enseñar, no crean escuela y por ende la ventaja de que lo saben es personal y pronto se esfuma.
Algunos centros de estudios proclaman seguir un sistema de enseñanza basado en competencias. Sin embargo, al asomarnos a tal sistema, con frecuencia vemos que dichas competencias todavía no lo son, pues todavía no aumentan la capacidad de servir. Por ejemplo, si dentro de una universidad un alumno demuestra que ya sabe resolver una ecuación de segundo grado se piensa que se evalúa por competencias. Cuidado; dicha competencia no significa nada en el mundo de trabajo real.
Es claro que el aprendizaje tanto en el mundo universitario como en la empresa, tiene que darse gradual, de lo simple a lo complejo y que así como una persona va pasando sus grados escolares, así también dentro de la empresa una persona va aprendiendo competencias gradualmente. Primero aprende a medir, luego a juzgar, luego a desarmar, luego a reparar, luego a economizar, luego a eliminar, luego a diseñar, luego a aumentar valor, luego a patentar, luego pasará de una operación, a un proceso, a un sistema y a demás.
Sin embargo, todas estas competencias se encuentran bien integradas a tareas útiles, definidas, necesarias para alguien, sosteniendo la lógica del servicio y del producto. En cambio, dentro de la universidad, el quehacer que puede realizar un recién graduado se pierde en generalidades, la capacidad del alumno no se comprueba y tenemos que inferir por su futura competencia. Si yo sé calcular la intensidad de la luz que descenderá de una luminaria de un techo, eso es una competencia real; útil en el caso de una nave industrial. Dicha competencia requiere saber calcular tal vez el valor de la hipotenusa resolviendo la ecuación de segundo grado. Pero resolver solamente la ecuación de segundo grado no estructura una competencia en el mundo del trabajo.
Hay gente que insiste en que a los muchachos se les debe enseñar cosas generales para prepararlos para todo, sin embargo, también enseñando competencias particulares específicas y puntuales a profundidad te puede llevar a comprender el todo. La educación por competencia significa dominar la teoría y la práctica de unos quehaceres determinados, de forma escalonada.
De manera que un estudiante de ingeniería civil pronto aprenderá a sacar volúmenes de obra y ganar centavos por ello aunque todavía no sepa diseñar y hacer una casa. Pronto aprenderá a medir terrenos con teodolitos, pronto podrá hacer banquetas y bardas, a impermeabilizar techos, en fin, así pasará de una competencia a otra competencia. La educación por competencias te hace útil desde el primer curso. si queremos progresar en el "foxato" todos tendremos que aumentar nuestras competencias
En los foros educativos del "foxato", con más frecuencia se utiliza el concepto "educación por competencias" ¿qué se quiere decir? Conste, el tema de la administración de tecnología está muy ligado a los procesos de aprendizaje. La lucha tecnológica consiste en aprender a hacer algo superior a lo que hace el competidor. "Aprender a hacer algo superior a tu competidor" es algo diferente a aprender a ser un simple ingeniero o a hacer un trabajo.
Dentro de las empresas, el aprendizaje por competencias se da en forma más natural que dentro de las universidades, porque dentro de las empresas el aprendizaje se tiene que demostrar con hechos concretos y ostensibles. En las universidades se juzgan más los conocimientos y menos las capacidades.
Sin embargo, no en todas las empresas el aprendizaje se cultiva como elemento clave. El esfuerzo del "knowledge managment" es un reconocimiento de que falta mucho por hacer en cuanto a aprendizaje dentro de las empresas. Hay muchos vendedores, por ejemplo, que venden de una manera espectacular y de una forma superior a sus competidores, pero no dominan su propia tecnología de vender. Esos valiosos elementos no saben enseñar, no crean escuela y por ende la ventaja de que lo saben es personal y pronto se esfuma.
Algunos centros de estudios proclaman seguir un sistema de enseñanza basado en competencias. Sin embargo, al asomarnos a tal sistema, con frecuencia vemos que dichas competencias todavía no lo son, pues todavía no aumentan la capacidad de servir. Por ejemplo, si dentro de una universidad un alumno demuestra que ya sabe resolver una ecuación de segundo grado se piensa que se evalúa por competencias. Cuidado; dicha competencia no significa nada en el mundo de trabajo real.
Es claro que el aprendizaje tanto en el mundo universitario como en la empresa, tiene que darse gradual, de lo simple a lo complejo y que así como una persona va pasando sus grados escolares, así también dentro de la empresa una persona va aprendiendo competencias gradualmente. Primero aprende a medir, luego a juzgar, luego a desarmar, luego a reparar, luego a economizar, luego a eliminar, luego a diseñar, luego a aumentar valor, luego a patentar, luego pasará de una operación, a un proceso, a un sistema y a demás.
Sin embargo, todas estas competencias se encuentran bien integradas a tareas útiles, definidas, necesarias para alguien, sosteniendo la lógica del servicio y del producto. En cambio, dentro de la universidad, el quehacer que puede realizar un recién graduado se pierde en generalidades, la capacidad del alumno no se comprueba y tenemos que inferir por su futura competencia. Si yo sé calcular la intensidad de la luz que descenderá de una luminaria de un techo, eso es una competencia real; útil en el caso de una nave industrial. Dicha competencia requiere saber calcular tal vez el valor de la hipotenusa resolviendo la ecuación de segundo grado. Pero resolver solamente la ecuación de segundo grado no estructura una competencia en el mundo del trabajo.
Hay gente que insiste en que a los muchachos se les debe enseñar cosas generales para prepararlos para todo, sin embargo, también enseñando competencias particulares específicas y puntuales a profundidad te puede llevar a comprender el todo. La educación por competencia significa dominar la teoría y la práctica de unos quehaceres determinados, de forma escalonada.
De manera que un estudiante de ingeniería civil pronto aprenderá a sacar volúmenes de obra y ganar centavos por ello aunque todavía no sepa diseñar y hacer una casa. Pronto aprenderá a medir terrenos con teodolitos, pronto podrá hacer banquetas y bardas, a impermeabilizar techos, en fin, así pasará de una competencia a otra competencia. La educación por competencias te hace útil desde el primer curso. si queremos progresar en el "foxato" todos tendremos que aumentar nuestras competencias
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